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Foto del escritorPamela Crombie

Cocinar en comunidad: más allá del propio bienestar

Actualizado: 1 abr 2023

La palabra comunidad, proveniente del latín y girego, tiene más de cinco definiciones en la RAE, aquí algunas de ellas:

  • Cualidad de común (que pertenece o se extiende a varios).

  • Conjunto de las personas de un pueblo, región o nación.

  • Conjunto de personas vinculadas por características o intereses comunes. Comunidad católica, lingüística.

  • Junta o congregación de personas que viven unidas bajo ciertas constituciones y reglas, como los conventos, colegios, etc.

Al hilar estos conceptos y significados puedo decir que el acto de cocinar es lo común a cada una de las personas del grupo que se reúne a desempeñar esta actividad. Desde la perspectiva quizá más evidente, entiendo también que personas que comparten alguna característica en común (ciudad, barrio, institución, familia, intereses, etc) se encuentran para cocinar.


Otra característica incluso común a todos los seres humanos es la nececidad básica de comer para sobrevivir y mantener un buen estado físico y mental. Para esto es necesario cocinar, modificar física y químicamente los alimentos que se encuentran en su estado natural para que se conviertan en algo apto y apetitoso para los seres humanos. Cuando cocinamos en comunidad obtenemos varios beneficios que suman a nuestro bienestar emocional además de ser una actividad de ocio que promete entretener tu mente, tus manos, tu paladar y sacar unas cuantas risas.


En las siguientes líneas te explicaré de qué manera cocinar, ya sea con amigos/as, familiares, o con personas conocidas o desconocidas (como suele suceder en los cursos de cocina) suma al bienestar común.


Para comenzar, cocinar en comunidad fomenta la socialización y la comunicación. Ya que para preparar la comida es necesario colaborar en equipo, esto nos permite conocer nuevas personas, intercambiar pensares, sentires y experiencias, a fortalecer y afianzar relaciones, a conectar.


Al tocar el terreno de la psicología clínica, puedo decir que cocinar en comunidad puede ser una forma de reducir el estrés o los síntomas de ansiedad. La preparación de alimentos puede ser una actividad relajante y meditativa, pues nuestra atención se va a una sola tarea que implica alta concentración. Y aunque la elaboración de un plato de comida pueda no resultar perfecto, el encuentro con uno mismo en este acto meditativo del cocinar nos abre caminos: al autoconocimiento y a desarrollar la capacidad de darnos cuenta del momento en que nuestra mente se pierde en el ayer o en el mañana para así poder traerla de vuelta con amabilidad al hoy, al roce de nuestras manos con el alimento, al baile del cuchillo que corta la cebolla, al olor de un fondo en ebullición, al calor del fuego que con respeto hace cambiar de color y textura un arbolito de brócoli.

Fuera de eso, el acto de compartir la cocina o una comida con otros puede proporcionar una sensación de apoyo y confort. El sentir apoyo y la compañía de otros seres humanos ayudan a reducir la angustia, el nerviosismo y la preocupación que hoy en día se han expandido como una plaga en la sociedad occidental. De igual manera, las actividades en grupo también nos invitan a llevar la atención plena al presente (revisa el significado no. 3), pues conectar con otros seres humanos es otra de nuestras necesidades básicas de supervivencia, fuente de seguridad y un gran regalo.


Ahora bien, al cocinar aprendemos técnicas culinarias y se desarrollan nuevas habilidades, lo que nos hace dar cuenta de que somos capaces de hacer algo que puede valorarse como placentero, permitiéndonos aumentar la autoconfianza y la sensación de autonomía y abrir una puerta a la imaginación y creatividad.


Otro posible efecto de cocinar en comunidad es la promoción de hábitos alimentarios saludables. Nada más el solo acto de cocinar invita a tomar materias primas para convertirlas y transformarlas en algo que no solo nos proporciona la energía para seguir vivos, sino que genera placer. Es más saludable comprar unas patatas y freírlas en casa, o comprar carne molida para hacer hamburguesas que ir directamente a un establecimiento de comida rápida a comprar la misma hamburguesa con patatas fritas. La comida casera tiene mil y unas veces más nutrientes que la prefabricada, envasada y de cadena. Eso sí, lleva más tiempo, pero obtenemos más satisfacción, aunque tendrías que comprobarlo por ti mismo/a y sé que cambiar el hábito de comprar comida hecha por el de cocinar no es sencillo si a esto estas acostumbrado/a. Cocinar en comunidad permite que se le de más valor a la alquimia de la cocina y a apreciar el aporte nutricional de los alimentos enteros y frescos y al sumarle valor a esto, es más facil repetirlo en el tiempo.


Finalmente, cocinar en comunidad puede ser una forma de promover la diversidad cultural y la comprensión intercultural. Al cocinar y al disfrutar de platos de diferentes culturas los participantes pueden aprender sobre las tradiciones y costumbres de personas de distintas partes del mundo, cosa que puede fomentar la comprensión, la empatía y la inclusión en la sociedad.


Ya que llegaste hasta aquí, primero, gracias por leerme; y segundo, te invito a que vengas a cocinar conmigo en los próximos talleres de cocina que impartiré en Barcelona.



Pamela Crombie

Psicóloga, literata, cocinera y psicoterapeuta integradora








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