En una sociedad occidental e industrializada los estímulos visuales y auditivos, en su mayor parte, conviven con nosotres. Los dispositivos electrónicos se han incorporado a nuestra forma de vida y nos acompañan: los smartphones, tabletas, ordenadores, relojes táctiles y junto con el acceso a internet y las múltiples aplicaciones que ofrecen.
¿Qué tienen que ver las emociones con este planteamiento?
La sobre estimulación de las pantallas hace que nos desconectemos de nuestro cuerpo y pensamientos, pues la atención se vuelca sobre el instagram, el video de youtube, las noticias, el último episodio del podcast. Esto hace que retiremos la atención de nuestros estados anímicos, de nuestras sensaciones corporales, de cómo nos sentimos realmente.
Es verdad que por medio de las pantallas, parlantes o audífonos podamos encontrar distracción, entretenimiento y conocimiento, no lo dudo ni lo niego. Incluso sé que muchos de los trabajos necesitan de una constante interacción con los aparatos electrónicos y los medios de comunicación. Es real también que existen un montón de recursos terapéuticos en internet, desde meditaciones en audio y hasta videos para realizar ejercicio físico.
Pero es verdad también que existe una sabiduría que no se apoya en estas herramientas virtuales y que bien se pueden desarrollar si prescindimos de ellas. Y esta sabiduría consiste, principalmente, en conocernos y sentirnos con el fin de reconocer nuestras necesidades reales y poder vivir una vida a consciencia y empoderada.
El cuerpo es el que más suele olvidarse cuando estamos conectados a lo electrónico. Tendemos a sentarnos o a recostarnos sobre la silla o sofá sin darnos cuenta de que estamos en una postura perjudicial para nuestro cuello o columna. Nos olvidamos de reconocer nuestras sensaciones de hambre fisiológica por estar frente al móvil o incluso nos dan ganas de comer por el simple hecho de mirar alguna película o serie. O nos sentimos desanimades y sin energía y nos ponemos una serie, en automático, y nos quedamos enchufades por horas, haciendo de la serie nuestra mejor amiga. No podemos dormir en la noche o nos genera ansiedad nuestro trabajo entonces nos abrimos el facebook o el instagram.
Pero, realmente ¿qué está sucediendo en el cuerpo y en la mente? ¿qué nos quiere decir el insomnio, la falta de concentración o el desánimo? ¿qué nos quiere decir nuestra constante necesidad de estimulación? ¿de qué nos estamos desconectando cuando nos conectamos a algo más?
La emoción se manifiesta a nivel energético y cognitivo a través de pensamientos y a nivel corporal a nivel de cambios en la tensión de los músculos, temperatura, nivel de energía, sudoración, dilatación de las pupilas, entre otros. El brillo de las pantallas y lo que suena afuera nos impide sentir y reconocer más que nada las emociones desagradables, la tristeza, el enojo, la frustración, la vergüenza, la culpa, el miedo, entre otras.
Puede que la estimulación electrónica se haya convertido en un recurso para gestionar el malestar emocional o para evocar emociones agradables. Y con esto no estoy diciendo que ver películas cuando estamos tristes esté mal. El dilema comienza cuando evadimos y silenciamos constantemente el malestar y con esto nuestras emociones por medio de la conexión a pantallas o a la estimulación auditiva. Quizá no estamos preparades para afrontarlas, pero eso tampoco está mal.
¿Cómo reconectar con ellas? La respiración siempre será un canal con el cual conectarte con tu cuerpo y pensamientos, al igual que con tu alma. Cuando detectes cómo te sientes el siguiente paso es preguntarte qué necesitas. Tu sabiduría se centra en comprender el lenguaje de tu cuerpo y pensamiento para poder darle lo que sólo tú sabes darle, lo que ninguna otra estimulación audiovisual podrá conseguir.
Si quieres aprender a respirar consciente y a llevar tu atención plena a tus emociones para poder gestionarlas con otros recursos recuerda que puedes comenzar tu proceso de acompañamiento terapéutico con una primera consulta online gratuita.
Pamela Crombie
Psicóloga y psicoterapeuta integradora
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